lunes, 31 de octubre de 2011

Olor a recuerdos


Huelo el recuerdo entusiasta de los tranvías, la vistosa escena de ver circular por calles limeñas esos autos antiguos como el Chevrolet, el Ford, y luego en otro escenario los Ikarus, los omnibuses, los cústers, esas combis, y ahora los necesarios buses del metropolitano. En todas ellas viajé desde el niño que nunca pudo aprender a manejar bicicleta, luego como un adolescente instalado en la morbosa velocidad del tiempo existencial que tiene pocos paraderos, hasta el joven cincuentón y preocupado que soy ahora, y que hace poco renunció a seguir viajando en esas combis asesinas. Viajando más apurado a medida que se pasaron todos los años, y muchas veces desesperado por tanto tráfico que desordena las agendas del día. La familia espera en casa, le oigo decir a mis pensamientos, lo tuve claro desde el principio, es parte de mi crianza y de mi soledad acompañada donde el olor a recuerdos es permanente.  



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