martes, 1 de noviembre de 2011

La noticia del final


No me digas que fue tu decisión. Nada lo justifica. Viajar solo durante muchísimas horas, estresa. El bus se detiene en cada paradero pero nadie quiere entrar, es como si fuera portador de algún virus, o de un sospechoso aislamiento que no advertí a tiempo.

—Tengo que salir como sea —es una orden personal que no reprimo—.

Veo a Margaux, alta y escandalosamente bella, de caminar lento como si estuviera pidiéndole permiso a los espacios andados. Más que recuerdo la tengo, captada desde el instante en que al verla acercaba mi mirada, pero ni modo ella se iba a cumplir con su rutinario horario de oficina, y a recibir horas más tarde la noticia de mi muerte, que ni yo me la esperaba.

Margaux ya no fue la misma de antes, todo lo que ella intenta recordar de mí pierde distancia y sonido.

En mi caso decido fumar un cigarrillo y esperar a que regrese el mismo que recibió la noticia del final, o sea yo, a lo mejor trae novedades, o quizás la esperanza de alguna postergación de muerte que ya parece inútil.

—Tengo que salir, ya —digo contrariado.     

Se abren las puertas, y apenas salgo, entro en un ambiente distinto, como si fuera de otro tiempo. Todo se frustra cuando decido regresar a mi casa y no puedo, como un mal sueño no la encuentro, dejé de respirar o será que ya soy otra persona, o es acaso una muerte definitiva.