martes, 14 de febrero de 2012

El amor nosotros


El amor brilla cuando se emparejan los sentimientos, las muchas ilusiones, los poderosos deseos, y deja de brillar cuando alguien o ellos mismos la dejan relegada a la más absoluta oscuridad, entonces el amor se confunde, se desdice, languidece, se marchita. El amor también es romántico sinónimo de mutua posesión, de estarse enracimados en el jardín botánico de las pasiones. No hay amor sin feliz conquista, sin el romanticismo impregnado de te quieros. No existe amor con engaños o falsías. Lo que debe ser recíproco es lo que alimenta el válido respeto y las absorbentes querencias. El amor no es producto de la imaginación sino que se sustancia desde los primeros guiños del corazón. El amor es la idílica aventura de mirarse a los ojos, y hacer viajar dentro de esas miradas todas las emociones, los embelesos, los temblores afectivos, y el calor más íntimo de los goces. El amor no es todo lo que pensamos sino todo lo que sentimos. Todo un derroche mágico de estarse ausentes por muchas horas cuando todo el mundo los mira. El amor es espontánea elevación y también pisa tierra. El amor es mi fundamento de vivir, mi cielo amplio y abierto, mi mar sereno y nervioso, mi lluvia pretenciosa.